RESUMEN: Los movimientos bagaudas fueron estallidos sociales en diferentes momentos del Mundo romano, desde la Revuelta de Materno, en el 186, hasta los acaecidos en Gallaecia, en el 456. Así las cosas, ante la adversa condición jurídica de los colonos, desde las reformas fiscales de Diocleciano, y ante los indicios de que quizá fueron un colectivo organizado en época Bajo-imperial, nos planteamos si los coloni originii de Occidente están en la base de la crudelísima bagaúdica galo-hispana del s. V.
El debate historiográfico sobre las revueltas sociales bajo-imperiales, especialmente las protagonizadas por el campesinado de la Prefectura de las Galias (407-437) y por el de la Diócesis hispana (441-454), tiene tal calado que se han aportado enfoques dispares en relación con las crisis sociales de la Antigüedad tardía. Además, la interpretación crítica de las revueltas violentas del Mundo romano tardío -en los prolegómenos de las invasiones germánicas- adquiere especial relieve cuando estos hechos violentos se trasladan al inevitable trasfondo de la transición del esclavismo al colonato.
Además del problema de la oscuridad de las fuentes, el enfoque historiográfico de los movimientos bagaudas se hace descansar sobre una premisa social, enmarcada en el conflicto entre poderosos y oprimidos. Así, ante dicha polarización, los historiadores soviéticos ejercieron una notable influencia en los autores preocupados por la bagaúdica romana hasta la década de los ochenta del s. XX. Por tanto, estos bacaudae de las fuentes literarias tardías fueron identificados como bandas en franca rebeldía contra los abusos de los propietarios rurales y contra el mismo poder público que favorecía la situación de los primeros.
Desde esta perspectiva, se trata de un conflicto que enfrenta a honestiores, los que bajo cualquier fórmula jurídica detentan la tierra y a los humiliores, subordinados al poder de aquellos. No se trata aquí de resaltar una distinción jurídica, aunque los poderosos disfrutaron de privilegios penales de la legislación tardo-romana, negados a los pauperes. Partimos pues de una distinción social que gira alrededor del poder de la clase dirigente, possessores, sustentado en una economía orientada a la ruralización del Occidente tardo-romano.
Por otra parte, entre los autores preocupados de la gran cuestión de la transición de los modos de producción esclavista al colonato tardo-romano, las diferencias entre el individuo in aliqua dignitate positus y el humiliores fortunae vir aparecen ya dibujadas durante los principados antoninos. Posteriormente, bajo el gobierno de Caracalla, quien concede la ciudadanía romana a todos los habitantes libres del Imperio, en el año 212, se consuma la degradación funcional del status civitatis. Una extensión de la ciudadanía romana a todos los individuos libres, que corre pareja a la sustitución paulatina de los esclavos por los campesinos libres en las grandes propiedades agrarias, y al empeoramiento social bajo la fórmula jurídica del colonato del campesinado bajo-imperial (originii y adscripticii).
En este orden de cosas, las fuentes literarias sobre las revueltas bagaudas reflejan una clave capital: estos estallidos, concretamente los de las provincias de Galia e Hispania, son protagonizados por rusticicani, agrestes o agricolae organizados en cuadrillas armadas dirigidas por caudillos. Lo que arroja la idea de que estamos ante rebelles organizados. En este sentido, se tiene noticia de cierta organización de los colonos de los latifundios norteafricanos ya en tiempos de Cómodo (saltus burunitanus) y en época de Agustín de Hipona, ésta última quizá vinculada a las diferencias de los colonos africanos con el cristianismo oficial.
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Alfredo José Martínez González
Comentó el 20/05/2021 a las 18:09:24
Estimado Prof. Dr. Tejada, enhorabuena por su aportación. Resulta especialmente interesante ya que de los bagaudas no existe una enorme profusión de fuentes y en ocasiones parece una categoría historiográfica que abarca una miscelánea de grupos en los que cabrían campesinos, desheredados, vascones, etc. Precisamente por ello le planteo lo siguiente:
Sólo me consta el “Chronicon” de Hidacio como fuente que apunta cómo el rey visigodo Teodorico II acudió a la Tarraconense, a requerimiento de Aecio, para aniquilar a los bagaudas y restaurar el dominio de Rávena sobre aquella provincia de Hispania. Sin embargo, pocos datos más se conocen de aquel episodio. Ello lógicamente refleja el declive militar de Roma en tanto en cuanto esta no fue capaz de enviar a sus propias legiones y tuvo que recurrir a los visigodos por su condición de “foederati”, por la que a su vez se había dotado a los reyes visigodos del estatus de “magister militum” gracias al foedus del año 418. Pero, además, en función de lo que usted plantea y teniendo en cuenta que la Tarraconense en aquel momento era un territorio nada afín a los mandatos del Imperio, ¿tal vez aquellos bagaudas vencidos por Teodorico II pudieron no ser unos meros bandidos desharrapados sino simplemente colonos que en la Tarraconense pudieron sublevarse a causa del trato y del expolio fiscal que venían padeciendo por parte de los emperadores bajoimperiales?
Muchas gracias.
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Francisco José Tejada Hernández
Comentó el 21/05/2021 a las 02:55:54
Estimado Prof. Martínez, en efecto, la bagauda es fenómeno complejo y no necesariamente habrían confluido las mismas causas. Pero, entre los historiadores sobresalen las tensiones del mundo agrícola bajo-imperial en el marco historiográfico de la transición del modo de producción esclavista al feudo-vasallático.
El problema es que el colonato, como punto de arranque del sistema feudal, supone que relación entre el latifundista y el campesino es de índole personal. Sin embargo, la situación adversa del colono romano del Bajo-imperio deviene de un contrato con el Fisco que, como avalan disposiciones recogidas en el Código teodosiano, adscribe a los colonos y a sus familias al lugar(origo) donde radica la explotación, de titularidad imperial por definición. Así que la dependencia del colono romano es fiscal y no personal Por tanto, antes de plantearse si los colonos podrían haber estado tras las bagaudas crudelísimas de la Tarraconense, en el s. V, hay que reparar en que la condición de arrendatario del colono, la aleja, en principio, de la definición de bagauda ofrecida en el s. XI, como el campesino pobre que, violento, deambula bajo un líder mesiánico desafiando al Poder imperial.
Pero sí que es verdad que la presión fiscal era terrible en vísperas de las invasiones germánicas y que como señalan las fuentes bajo-imperiales y posteriores, los hispano-romanos asfixiados por el Fisco vieron en algún caso con agrado a los bárbaros, como se infiere de Salviano de Marsella. Por tanto, la presión fiscal podría haber estado en la base de la existencia de colonos en la bagauda hispana.
Muchas gracias por la cuestión planteada, Prof. Martínez. Desarrollaré en el Capítulo una posible causa, además de la fiscal, donde el colono también se opusiera a un gran adjudicador de tierras imperiales de labranza, como consecuencia de la subrogación de éste con el colono en el pago de las imposiciones fiscales. Esta sustitución de un poderoso por el colono en el pago del impuesto daría lugar a una deuda que supone ya una relación personal con el latinfudista, en puridad, un colono más poderoso.
Esta visión tan al gusto de los historiadores se relaciona con la reaparición del patrocinio en esta época, pero habría que examinar el sentido que ofrecen las fuentes jurídicas del término “patrocinio”, igual que se ha hecho con el término “colono”
Reitero mi agradecimiento por la cuestión planteada
Francisco J. Tejada
Universidad Pablo de Olavide, de Sevilla.
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