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El liberalismo frustrado de Mark Lilla

El ensayista y profesor de ciencias humana de la Universidad de Columbia de Nueva York, Mark Lilla, publicó el 18 de noviembre de 2016 –diez días después de la victoria de Donald Trump–, en The New York Times una columna titulada “El fin del liberalismo de la identidad”. Fue la columna más leída del año y sentó las bases de un fecundo debate político. Meses después, Lilla publicó un libro donde profundizaba en aquellos argumentos (El regreso liberal). Dice escribir como un “liberal estadounidense frustrado”, en la medida que los liberales asumieron las políticas de la identidad y abandonaron aquellas nociones que compartimos como individuos y como nación. La suya es una narración de la historia sobre “cómo una exitosa política liberal de solidaridad se convirtió en una pseudopolítica de la identidad”. Describe la historia del liberalismo estadounidense como la historia de una renuncia: de la mítica pregunta de John F. Kennedy acerca de qué puedo hacer por mí país, habríamos pasado a cuestionarnos qué me debe mi país en virtud de mi identidad. La categoría de ‘ciudadanía’ ha salido del imaginario progresista y han entrado las de ‘identidad’ y ‘diferencia’.

A grandes rasgos, el planteamiento de Lilla lo podemos resumir tal que así: la izquierda ha de abandonar las políticas identitarias y el protagonismo absoluto que ha adquirido “la diferencia”, de cara a poder articular un proyecto político que unifique a toda la sociedad. Habría de reivindicarse la categoría de ‘ciudadanía’ frente a la de identidad de grupo porque es la única que permite “una posible manera de animar a las personas a identificarse unas con otras”; ciudadanos de un Estado frente a la “retórica del narcisismo autocomplaciente”, frente a una política del yo. La izquierda no puede dejar de insistir en que todos somos ciudadanos de una misma comunidad política, una ciudadanía universal frente a identidades excluyentes y disgregadoras. Esta insistencia es urgente y necesaria para acabar con el particularismo que ha asumido hoy la izquierda.

En la ponencia pretendemos defender que Mark Lilla es un síntoma de una pretendida nostalgia por un pasado homogéneo y uniforme. La suya es una versión idealizada de la democracia liberal. Su tonalidad nostálgica alcanza el punto álgido cuando se refiere a los años de Franklin D. Roosvelt: la posibilidad de unir a la ciudadanía en un proyecto político común. Lo que le interesa del modelo del New Deal no es que fuera un modelo que redistribuye riqueza, sino que compartía un sentido y propósito común nacional: “todos somos estadounidenses y nos lo debemos unos a otros… Esto es lo que significa liberalismo”. Lilla propugna volver al programa universalista de Roosevelt en torno a lo él denominó las cuatro libertades: libertad de expresión, libertad de religión, libertad para vivir libre de necesidades y libertad para vivir libre de miedos.

Pero esta mirada idealizada obvia algo fundamental al analizar la historia del liberalismo moderno. Desde la coalición New Deal, el Partido Demócrata entendió que su mayoría social estaba sujeta a una fuerte inestabilidad, pues su victoria dependía de la articulación de diferentes bloques de rotación. Y entendieron que la política de la identidad no es lo que lleva a la derrota del Partido Demócrata, sino que es la única manera que tienen de ganar. Hay en Lilla la ilusión por eliminar las determinaciones particulares y poder acceder, entonces, al punto de vista de un individuo abstracto universal.

Palabras clave

Ciudadanía Identidad Liberalismo Mark Lilla New deal

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Hay 6 comentarios en esta ponencia

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      Francisco José Tejada Hernández

      Comentó el 21/05/2021 a las 15:49:08

      Estimado colega, muy interesante su ponencia sobre lo publicado por el ensayista Mark Lilla tras la victoria de D. Trump. Sin duda, las políticas identitarias, tal vez excluyentes, de los estadounidenses son una constante que en mayor o menor grado –esa es mi impresión– se van repitiendo en la relativamente corta Historia de los Estados Unidos.
      En el ámbito internacional del s. XX, especialmente durante las dos Guerras mundiales, parece que la Doctrina Monroe -de fines del XIX- con su sabor antieuropeo y quizá antibritánico, “América para los americanos”, fue modelándose dando la impresión de que el fenómeno identitario norteamericano transcurre en paralelo con el papel que los británicos desde la época victoriana han creído desempeñar en el Mundo.
      Por tanto, atendiendo al contenido de su ponencia, me pregunto, aunque guarde una relación tangencial con su estudio, si cree Ud. que norteamericanos y británicos tienen en común un pensamiento liberal identitario con tintes supremacistas, como se infiere del famoso discurso de Churchill de 1946, “El telón de acero”. Un discurso que quizá marca los inicios de la Guerra Fría y el papel que los británicos y los estadounidenses se arrogaron frente a la Unión Soviética y sus Estados-satélite de la Europa oriental.
      Nada más, y muchas gracias por su gran aportación
      Atentamente,
      Francisco José Tejada Hernández
      Universidad Pablo de Olavide, de Sevilla.

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      José María Carabante

      Comentó el 19/05/2021 a las 11:29:00

      Querido Antonio,
      Gracias por tu respuesta. Sin embargo, de algún modo las tesis de Gramsci indican un cambio estructural en el seno del marxismo, en el que primaba las relaciones económicas sobre la superesrtuctural cultural. Por otro lado, Zizeck apunta que la deriva identitaria "particulariza" la lucha, que pierde su dimensión universalista.
      Creo que tratamos temas parecidos, pero desde ópticas diferentes. La preocupación parece ser "lo común" que se pierde en esa concepción política más escorada a la identidad y la diferencia. Me haré con tu libro. Gracias por tu aportación

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      Pedro José Grande Sánchez

      Comentó el 17/05/2021 a las 20:02:21

      Estimado Antonio,
      Enhorabuena por tu ponencia. Me ha parecido muy interesante y el análisis muy acertado. Me gustaría preguntarte al hilo de la cita que traes de Lilla cuando se refiere a la “exitosa política liberal” como una “pseoudopolítica de la identidad”, si no crees que el planteamiento político tanto de los demócratas como de los republicanos es en el fondo el mismo marco neoliberal. Muchas gracias.

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        Antonio Gómez Villar

        Comentó el 19/05/2021 a las 07:37:54

        Gracias, Pedro José. Creo que las tesis en torno al "neoliberalismo progresista" introducen una crítica legítima. En efecto, cierto culturalismo particularista comporta una alianza de clase específica. Qué duda cabe que durante las últimas décadas la socialdemocracia europea y el Partido Demócrata estadounidense han defendido una diversidad afectivo-cultural a través del reconocimiento de derechos políticos y civiles, al tiempo que han precarizado el empleo, las pensiones o privatizado diferentes servicios públicos. Tal es el sentido más originario de “lo progre”, el olvido de la lucha por la igualdad, la pérdida de la igualdad social como aspiración política. Pero me parece que Fraser y otros se equivocan al definir el "neoliberalismo progresista" como una alianza mal escogida, pues en realidad se trata de nuevas configuraciones sociales inscritas en una subjetivación neoliberal. Dicho en otros términos, en su planteamiento, las políticas de la identidad son reducidas a la psicología del yo: un planteamiento liberal que parte de la identidad del individuo –sus intereses, sus ideas de vida buena–, pero obvia el análisis de la estructura social y de las relaciones constitutivas donde se crean esas identidades.

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      José María Carabante

      Comentó el 17/05/2021 a las 17:53:14

      Estimado Antonio,
      Lo primero, felicitarte por tu ponencia. En la mía también hablo de Mark Lilla y su crítica a la política identitaria. Me gustaría preguntarte hasta qué punto el giro identitario deja en el aire la reivindicación universalista del proyecto moderno y si crees que afecta, en este sentido, a la integridad de la izquierda. Muchos autores, como Terry Eagleton, así lo sostiene. ¿Qué opinión tienes al respecto? Muchas gracias de antemano. Um cordial saludo y enhorabuena otra vez

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        Antonio Gómez Villar

        Comentó el 17/05/2021 a las 18:42:36

        Muchas gracias, José María. Yo también he visionado tu ponencia, me ha interesado mucho. Sobre lo que señalas, no estoy de acuerdo con los autores y autoras que consideran que gran parte de la izquierda actual es hija, y está presa, del llamado “giro posmoderno”. Desde estas perspectivas, la izquierda ha asumido una nueva ideología, el posmodernismo, que ha despolitizado las desigualdades económicas, abandonado el horizonte revolucionario, claudicado ante las posibilidades de derrocar el capitalismo y eliminado cualquier objetivo realmente transformador y emancipador.

        El llamado “giro cultural” al que se refieren Eagleton no creo que sea el resultado de una derrota política, el modo que ha encontrado la izquierda cultural para poder compensarla. No es el pañuelo donde llorar la derrota política, sino el intento de tratar de comprender esa derrota. De hecho, lo que le permitió pensar, por ejemplo, a Stuart Hall la verdad del thatcherismo fue su planteamiento cultural. El "giro cultural" nace con Gramsci, quien apunta a la ligazón de las condiciones materiales y culturales en la creación de un proyecto de cambio social.

        Me interesa mucho tu pregunta y perspectiva. Sobre estas y otras cuestiones publicaré en los próximos meses un libro que llevará por título "Los olvidados. La ficción de un proletariado inexistente".

        Un cordial saludo,
        A.

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