Según Edmund Husserl, en sus Investigaciones fenomenológicas para la constitución, ”vivir es tener vivencias. Hay que tener el sentido particular adquiere el término ’vivir’ con la persona”. Se sabe que la cuestión de la identidad se puede abordar desde un filosofía trascendental, en donde la reducción fenomenológica nos permite poner al descubierto el yo puro de y en sus vivencias. Pero este yo espiritualizado, que reducimos, es demasiado teórico para las actuales ciencias de la cognición. El neurobiólogo Francisco Varela afirmaba en una entrevista:
«En lo que concierne a la unidad del alma y del cuerpo, es necesario ir más allá de un discurso general. Para decir las cosas con brutalidad, esta oposición alma/cuerpo tal y como la conocemos desde hace siglos es para mí un falso problema. Los mecanismos de la emergencia ha puesto punto final a todas estas cuestiones manidas. La cuestión está resuelta, no hablemos más».
En el pasado se había hablar de la identidad del ser humano o como alma provisionalmente revestida de cuerpo (neoplatonismo), o mediante una dualismo en que el alma y el cuerpo se conectaban a través de la glándula pineal (Descartes), o, como en la Ilustración francesa, una identidad en tanto que solo cuerpo medicalizado (La Mettrie). Los diferentes neurobiologicismos mantienen en diferente forma el supuesto identitario lamettriano, de modo que a esto se enfrentará el nuevo enfoque metodológico de la experiencia vivida, llamado por Varela con el término compuesto ”neurofenomenología”.
Se trata, por tanto, de una trans-filosofía y una trans-ciencia –una transdisciplina– sobre el problema de la conciencia [por el que se estudia la identidad]. Varela vio en la fenomenología continental –aunque reconocía que urgía renovarla– un método-puente, que le permitía lograr una comprensión de la identidad según los métodos de imagen y no tanto según una analítica ontológica. Ambos especialistas pusieron en evidencia que «los biólogos se sienten desalentados cuando procuran mirar como un todo la fenomenología [empírica] de los sistemas vivos»; de tal manera que muchos «manifiestan este desaliento rehusando contestar la pregunta ¿qué es un sistema viviente?». El sistema viviente humano es más que la identidad de su acoplamiento estructural sino que descubre su identidad en la experiencia vivida. Intentando mapear una identidad menos sesgada del ser humano, afrontamos el ”reduccionismo decomposicional” (Monod) a través de la neurofenomenología no mono-disciplinaria y que permite métodos hasta ahora opuestos en la investigación del yo en sus múltiples estados y procesos tanto personales como subpersonales.
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