Tras el primer caso detectado en China el 31 de diciembre de 2019, la OMS declaró la emergencia sanitaria por Covid-19 el 31 de enero de 2020, elevando la alerta a la categoría de pandemia el 11 de marzo del mismo año. En febrero, las autoridades sanitarias afirmaron que su lucha también se centraba en la infodemia, el ingente volumen de desinformación vinculada con la enfermedad y propagada de forma global.
Durante todo 2020, han proliferado los estudios sobre la desinformación relacionada con esta crisis. Algunos de los temas más analizados han sido la propagación de contenidos fake en las redes sociales, el papel del fact-checking durante la pandemia, los factores que llevan a compartir información falsa o engañosa asociada y la tipología de las fake news y los bulos sobre el virus. Sin embargo, no han sido especialmente numerosos los análisis relacionados con los marcos de representación de los actores clave en la gestión de la crisis, desplegados a partir de estos relatos desinformativos.
El objetivo de este trabajo es analizar la representación de China -país donde se declaró el primer foco de la pandemia- presente en la información falsa sobre el Covid-19 difundida a nivel internacional, concretamente en el contexto hispanoamericano. Para ello, se diseñó una metodología mixta compuesta, en su primera fase, por un análisis cuantitativo de los desórdenes informativos, los formatos, las narrativas y el país de procedencia de todos los contenidos falsos sobre esta nación verificados y recogidos en la base de datos de la International Fact-Checking Network (IFCN) entre enero y septiembre de 2020. En la segunda fase, se ejecutó un análisis cualitativo del discurso de los relatos más prominentes que contribuyen a construir la representación del país asiático en cuanto a su papel en esta crisis sanitaria.
Resulta mayoritaria la representación estigmatizada de China como responsable de la creación y la propagación del virus por motivos económicos. Otros marcos complementan la imagen del gigante asiático como una nación que atenta contra los derechos humanos en su lucha contra la enfermedad a través de la adopción de (falsas) medidas desproporcionadas y violentas. De forma paralela, se acusa a sus dirigentes de falta de transparencia y censura informativa al ocultar su verdadera cifra de muertos y el impacto real del virus dentro de sus fronteras, a la vez que se activa el discurso del miedo no solo hacia los ciudadanos, sino también hacia los productos del país por -falsamente- contribuir a la expansión de la pandemia. En este contexto, se han detectado relatos desinformativos sobre episodios de violencia y barbarie totalmente ajenos a la enfermedad, cuyo impacto se refuerza en el marco de crisis reputacional del país.
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Aurora Forteza Martínez
Comentó el 19/05/2021 a las 23:10:55
Estimado David.
Es un placer saludarte también por esta vía. Felicidades por tu comunicación, es realmente interesante.
Me gustaría saber si has podido observar en este análisis que has llevado a cabo mensajes de odio hacia la ciudadanía de origen chino o solamente has realizado un cribado en torno a los bulos generados alrededor del origen e la pandemia y del tratamiento dado por las autoridades.
Muchísimas gracias y, de nuevo, ¡felicidades!
Seguro que nos veremos de nuevo en el siguiente congreso.
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David García-Marín
Comentó el 21/05/2021 a las 07:54:20
¡¡Hola Aurora!! Un gusto contactar también por aquí. ¡¡Muchas gracias por tu comentario!!
La muestra de este estudio estuvo formada por toda la desinformación vertida sobre China en relación con la Covid-19. Integró tanto los bulos que portan discursos de odio hacia el país, sus costumbres y ciudadanos como la falsa información que aludía al origen artificial del virus programado por las autoridades chinas con fines económicos, las falsas acciones del Gobierno para ocultar el impacto de la enfermedad o las falsas medidas extravagantes supuestamente adoptadas para contrarrestar la enfermedad.
Aunque, en realidad, gran parte de estos relatos aparecen mezclados en las mismas piezas desinformativas, de forma que una falsa noticia puede hablar del origen falso del virus e incluir de forma más o menos explícita un discurso de odio contra la población o las autoridades chinas.
¡¡Saludos!!
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Magdalena Mut Camacho
Comentó el 19/05/2021 a las 21:07:18
Hola David:
interesantísima tu ponencia, gracias. Como también trabajo en estos asuntos aprovecho para conocer opiniones informadas, mi pregunta es ¿hasta que punto crees en la efectividad de los factcheckers en la sociedad?
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David García-Marín
Comentó el 21/05/2021 a las 09:01:31
Hola Magdalena, gracias por tus comentarios y tu pregunta.
Es una pregunta muy interesante la que planteas. Creo que estas entidades son necesarias, pero insuficientes. En una investigación que acabamos de enviar a una revista, hemos concluido que los verificadores son efectivos a la hora de detectar y desmontar los contenidos desinformativos (al menos, en el caso de las teorías conspirativas y negacionistas de la Covid-19, que ha sido el contexto de nuestra investigación). El desafío que tienen los verificadores es propagar los desmentidos con la misma efectividad que los creadores de bulos propagan los contenidos maliciosos. Está demostrado que la desinformación tiene más alcance y se difunde a mayor velocidad que los contenidos verídicos.
El otro problema está en nuestros propios sesgos. Aunque un fact-checker desmonte una mentira, muchas personas prefieren creer la mentira porque ésta refuerza su ideología o su forma de ver el mundo. En ocasiones, incluso se produce un efecto contraproducente: la verificación refuerza la creencia en la mentira. Esto último opera, sobre todo, en los movimientos conspiranoicos, que tienden a pensar que el verificador forma parte también de la conspiración.
Por último, ciertos sectores de la población no creen en la neutralidad de los verificadores, por lo que sus desmentidos son percibidos como sesgados o tendenciosos.
En todo caso, creo que la acción de los verificadores es encomiable y muy, muy necesaria (en complemento con otras acciones, como la educación mediática / informacional de la ciudadanía). Personalmente, creo que están realizando un trabajo estupendo, pero existen ciertos retos que deben superar para hacer sus verificaciones más efectivas y con mayor impacto.
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Irene Ortiz Gala
Comentó el 16/05/2021 a las 18:34:14
Buenas tarde, David:
Enhorabuena por tu ponencia que he encontrado muy interesante. Te quería hacer una pregunta sobre la prevención del racismo y los estereotipos en las redes sociales a través de las fake news. ¿Cómo crees que sería posible regular su proliferación? Por otro lado, ¿te parece que la proliferación de fake news se mantiene en relación con el uso mayoritaria de las redes sociales? ¿Crees que un caso como el que narras respecto a China se habría dado de forma diferente en el caso de que se dieran fake news solo en los medios tradicionales? Otra vez, felicitaciones por tu ponencia. Muchas gracias por tu tiempo. Saludos,
Irene Ortiz
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David García-Marín
Comentó el 19/05/2021 a las 10:32:10
Muy buenas, Irene. Muy agradecido por tus comentarios y cuestiones.
La regulación de la desinformación es muy compleja porque es necesario armonizarla con cuestiones espinosas como la libertad de expresión. Se han probado diferentes fórmulas: el etiquetado de los contenidos falsos (sin borrarlos), su eliminación, el cierre (parcial y permanente) de cuentas, etc. Por un lado, creo que la eliminación de cuentas no debe ser la solución y, en general, tampoco la eliminación de contenidos, salvo en los casos flagrantes de discursos de odio, violencia o mensajes que claramente atenten contra la democracia, la salud pública, etc. Pero, a veces, resulta muy complejo encontrar dónde está el límite entre la expresión de opiniones (por muy desacertadas que sean) y la desinformación dañina susceptible de ser prohibida.
En cuanto a tu segunda cuestión, efectivamente creo que la desinformación circula mucho más en los circuitos digitales. Los medios analógicos tradicionales (grandes diarios en papel, emisoras de radio, servicios informativos de TV) necesitan un mínimo de credibilidad para que su modelo de negocio resulte sostenible, por lo que no pueden apostar abiertamente por difundir rumores, bulos, informaciones no contrastadas o directamente mentiras. Otra cosa son las redes sociales y los (falsos) diarios digitales cuyo negocio se nutre de las visitas (número de clics).
¡¡Saludos!!
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Salud Adelaida Flores Borjabad
Comentó el 16/05/2021 a las 13:41:58
Buenas tardes David,
Muchas gracias por tu presentación, me ha resultado muy interesante lo que comentas. No obstante, me surge una pequeña duda ¿por qué esa necesidad de lanzar fake news contra China? ¿No se ha podido evitar de algún modo? Entiendo que es en China donde donde empieza toda esta pesadilla que estamos viviendo, pero quisiera saber por qué esa necesidad. Pues, precisamente, yo he vivido en Macau y a mí me hace mucha gracia cuando leo noticias y veo a gente convencida afirmando que ellos ya tenían remedio contra el virus porque ya medio se pueden mover, cuando la realidad es relativa en este caso. Muchas gracias otra vez y nos seguimos viendo por le congreso. Un fuerte abrazo,
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David García-Marín
Comentó el 19/05/2021 a las 10:19:37
Salud, un placer volver a coincidir contigo en otro congreso más. Muchas gracias por tus comentarios y cuestiones.
Las razones para producir este volumen de informaciones falsas sobre China son diversas. En primer lugar, hay un componente xenófobo instalado en ciertos sectores de la población que demoniza constantemente todo lo que venga de este país. El hecho de que el virus haya surgido allí es una excusa más para estigmatizar a la nación, sus costumbres y su cultura.
Por otro lado, también se ha detectado una dimensión ideológica. Muchas de estas noticias pretendían establecer una confrontación entre el modelo socioeconómico liberal de occidente frente al imperante en China. No hay que olvidar que, normalmente, la desinformación obedece a agendas políticas, económicas e ideológicas y es en esos marcos políticos e ideológicos donde debemos enmarcar parte de estas fake news sobre China y la pandemia.
¡¡Fuerte abrazo!!
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