Introducción: Georg Simmel presenta en sus escritos una descripción cuidada y ponderada de una de las paradojas de la modernidad: en sociedades cada vez más urbanas, plurales y globales los seres humanos se enfrentan al choque de la cultura subjetiva y la cultura objetiva. Como seres libres, los seres humanos creamos cultura, pero no siempre logramos identificarnos con esos objetos que hemos hecho. Es más, puede que acabemos sometidos a ellos o sintiendo una gran nivelación como resultado de esa cultura objetiva que se impone sobre el yo.
Además, aunque ante el sujeto moderno se abren una amplia gama de opciones, unas oportunidades de elegir cómo vivir y cómo relacionarse que no habían existido antes, estas no siempre compartan un crecimiento de la libertad. Simmel pone el ejemplo de la moda: aparece como una necesidad de afirmar la propia individualidad, pero acaba por reducir el número de opciones al igualar excluyendo la diferencia.
Por último, el estilo de vida moderno no garantiza la superación de las dinámicas sociales excluyentes. Por una parte, la predominancia del carácter estético de la vida, la división del trabajo unida a la alienación en la producción y el consumo han generado una homogenización de los seres humanos, que se enfrentan a una profunda soledad e individualidad que les encierra en sí mismos o sí mismas. Por otra, el crecimiento de los grupos sociales y sus cruces pueden favorecer identidades marcadas por rasgos plurales y por su capacidad de moverse entre círculos variados. Pero también crea límites y fronteras infranqueables. Esa es la situación en la que se encuentran los pobres y los extranjeros. Los primeros son vistos como personas que deben ser socorridas. Los segundos como extraños que habitan el mismo espacio, pero son “otros”.
Objetivos: el primero es presentar el análisis que Simmel realiza de la exclusión social característica del paradójico mundo moderno. El segundo es reflexionar sobre la vigencia de esa descripción en el mundo postmoderno.
Conclusiones: aunque el mundo actual no es el descrito por Simmel en sus obras, sí hay rasgos que se han mantenido y problemas que siguen afectando a las relaciones sociales. Como sostuvo el pensador berlinés, la pobreza y la extranjería son creaciones sociales que dificultan e incluso impiden que muchas personas puedan ser con otros. En este sentido, ni el pluralismo ni la modernización significan por sí solos la superación de la xenofobia y de la exclusión del diferente. La pobreza y la extranjería siguen siendo los límites de una sociedad paradójicamente más flexible y abierta, pero que conserva límites y fronteras que algunos no pueden superar.
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Diana Rivera
Comentó el 25/05/2021 a las 15:53:55
Excelente estudio, felicito el trabajo, solo me queda una duda respecto a la investigación ¿Hay necesidad hoy en día de la gente de ser extranjeros por temas de estereotipos?
Responder
Julia Urabayen
Comentó el 26/05/2021 a las 16:56:41
Diana,
Gracias por tus comentarios y tu pregunta. No es necesaria la relación entre ser extranjero y cumplir unos estereotipos, pero las personas extranjeras suelen encontrase con esos estereotipos que las "designan". Para Simmel el factor más importante en las dinámicas sociales en las que hay extranjeros es la cercanía de los grupos que comparten un espacio (físico y valorativo), no lo estereotipos.
Saludos
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Miguel Mandujano Estrada
Comentó el 21/05/2021 a las 13:09:45
Muchas gracias por la ponencia.
Hay dos cosas que quisiera preguntar. En la primera parte, hablando de las características de la modernidad según Simmel, sobre todo la predominancia de la ciudad y los efectos asociados, no pude dejar de pensar en algunas de las 'tendencias' que la pandemia por el covid-19 nos ha traído. No tengo datos concretos pero, en general, parece haber un 'cambio de opinión', respecto de lo que como sociedad buscamos en el lugar en el que vivimos. La gente ha buscado lugares más abiertos, espaciosos, ha buscado salir de las ciudades, y por mucho que esto haya sido un efecto momentáneo, puede hacernos pensar en la vida moderna fuera de los focos urbanos. ¿Cambiaría el diagnóstico de la modernidad de Simmel si hubiera conocido nuestro presente?
Otra referencia que me ha venido a la mente es el libro de Adela Cortina, "Aporofobia, el rechazo al pobre". Entre otras cosas, Cortina afirma que no discriminamos a los extranjeros sino a los extranjeros sin patrimonio. Yo creo que esta idea es discutible e incluso creo que es más radical el establecimiento de una diferencia étnica que el del acceso al patrimonio. Si conoces el argumento, ¿podrías valorarlo?
Finalmente, me parece haber entendio que en la sociología de Simmel se impone, de alguna manera, el reconocimiento de grupo respecto de pobres y extranjeros, no siendo, como has dicho, una característica natural. Las razones por las que desde Simmel se les reconoce a ambos como grupos son, a fin de cuentas, por la función que desempeñan en relación con el resto de la sociedad y el Estado en particular. Se trata, podría decir, de una distinción no-ontológica (como la que tal vez haga Cortina). Por otro lado, aunque desconozco los datos 'objetivos', me parece que estos grupos no aspiran realmente a la movilidad social o a dejar de ser pobres o extranjeros. ¿Esto es así? Y en este caso, ¿no deberíamos buscar otro tipo de respuestas ante la discriminación de unos y otros?
Muchas gracias de antemano por tus reflexiones, espero haber sido claro.
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Julia Urabayen
Comentó el 21/05/2021 a las 17:18:33
Miguel,
Gracias por tus amables comentarios y preguntas.
Respecto a la primera, yo diría que no cambiaría su diagnóstico. El crecimiento de la población urbana no ha descendido y las previsiones de Naciones Unidas indican que en 2050 el 80% de la población mundial vivirá en ciudades. Probablemente cambiará el tipo de ciudad en el que vivamos y lo que esperamos de la vida en ellas.
Al igual que tú no comparto al 100% esa afirmación de Adela Cortina. Depende de cada momento histórico y de cada grupo qué tipo de dinámicas sociales adquieran más importancia. En muchos casos la etnia puede ser más importante que la pobreza a la hora de discriminar al extranjero. Pero en otros lo será la pobreza o la combinación de ambas.
Para Simmel ni la pobreza ni la extranjería son distinciones ontológicas. En su planteamiento, todos los grupos sociales y todos los individuos aspiran a compartir el estilo de vida moderno estandarizado. En el caso de los pobres, Simmel señala que no son un grupo ni tienen unidad. No habla por ellos, pero se "sobreentiende" que aspiran a la movilidad social. Al hablar de los extranjeros introduce más matices y ya no está tan claro que todos aspiren a la movilidad social o a dejar de ser extranjeros. Es más, considera que en toda cultura hay una "necesidad" de relacionarse con los extranjeros y de ir ampliando los círculos de relaciones hacia el lejano lejano.
Saludos
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Eva Ordóñez Olmedo
Comentó el 20/05/2021 a las 19:42:05
Estimada Julia,
Enhorabuena por su interesante reflexión que aviva un replanteamiento de la pobreza y los extranjeros. Comparto con usted la interpretación simmeliana de esa falta de carácter de la modernidad que insiste en
pensar en cómo afecta a los modos de configuración de la vida individual. ¿Cree que el ciertas ocasiones el lugar de procedencia ya nos tiene estereotipados o con ciertos prejuicios?
Muchas gracias, un saludo.
Responder
Julia Urabayen
Comentó el 21/05/2021 a las 10:43:52
Estimada Elena,
Muchas gracias por tu amable comentario.
Creo que, efectivamente, el lugar de procedencia "activa" ciertos prejuicios y estereotipos. Simmel analiza los que se crean en la convivencia cotidiana, pero se asocian con la procedencia y la diversidad cultural: por ejemplo, el olor. También explica los que se reciben como tópicos que categorizan a los extarnjeros.
Saludos.
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