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Las redes sociales como recurso para la estabilización de la identidad

Se puede considerar una obviedad decir que, en los últimos veinte años, la sociedad ha cambiado a un ritmo vertiginoso. Los mitos de la modernidad han desaparecido, e incluso los de la postmodernidad están desvaneciéndose en pos de una hipermodernidad devoradora y hedonista. Fue Byung-Chul Han quien definió en su libro La sociedad de la transparencia el término “pornografía de la información” e “imágenes pornográficas”. Siguiendo estas premisas, podemos afirmar que vivimos en un momento en el que llevamos una suerte de “vidas pornográficas”: nos definimos por aquello que exponemos ante los demás, aquello que simulamos. En otras palabras, en vez de definirnos exteriormente por aquello que sabemos que somos, necesitamos afianzar nuestra identidad con una serie de atributos que mostramos exteriormente. Nos encontramos entonces en un retroceso en la distinción público-privado, que nos remonta al siglo XVIII: lo privado es público. En esto, las redes sociales tienen una fuerte influencia: ahora tenemos la posibilidad de mostrar hasta el último aspecto de nuestra vida. No solamente eso, sino que la exponemos al juicio de extraños, reafirmando nuestro modo de vida a través de unos cánones estéticos que no dudamos en seguir y que resultan iguales para todos los estilos de vida.

Esto, que a simple vista se puede considerar de conocimiento general, crea una serie de problemáticas que afectan a cómo nos reconocemos a nosotros mismos y a cómo nos reconocemos dentro de la sociedad. La angustia de estar-en-el-mundo según la terminología heideggeriana aumenta en un mundo inestable, rápido y global. La gran cantidad de información a la que estamos expuestos no solo nos abruma, sino que nos hace tener que cambiar y reestructurar rápidamente nuestra forma de pensar, nuestras expectativas y nuestras creencias. La idea de la crisis y de la inestabilidad se ve acrecentada al tener tantos focos mediáticos y tanta información que llega prácticamente al segundo. Es por esto por lo que la inestabilidad en la creencia de aquello que somos no hace más que crecer, lo que hace que nuestra necesidad de afirmación externa sea cada vez mayor: la imposibilidad de autoafirmarnos por el rápido cambio en nuestros modelos de vida y en nuestras propias ambiciones requiere una fuerte afirmación exterior. Es aquí, como hemos mencionado, donde las redes sociales toman mayor fuerza. Estas se nutren de darnos una voz, una imagen, una identidad en un mundo caótico donde nuestra individualidad es obviada y donde nos convertimos en personajes anónimos y confusos que vagan en un tumulto de corrientes, estéticas e información.

De esta manera podemos afirmar que la democratización que representan internet y las redes sociales ha potenciado un fenómeno propio de nuestro tiempo. La frivolidad y el hedonismo crecen con la continua exposición a la que sometemos nuestra vida a través de la imagen y de la palabra. Pero esto, más que responsabilidad del individuo, lo es de una sociedad hambrienta de nuevas experiencias y narcisista, en la que ningún resultado, ninguna experiencia, son suficientes para cubrir el vacío e insatisfacción que la engulle.

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Irene Ballesteros Alcaín

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Hay 15 comentarios en esta ponencia

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      Ricardo Mejía Fernández

      Comentó el 21/05/2021 a las 20:59:07

      Gracias y felicidades. ¿Has considerado el trabajo de Esquirol sobre la obsesión por la transparencia en nuestras sociedades? Saludos.

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        Irene Ballesteros Alcaín

        Comentó el 22/05/2021 a las 00:14:38

        Muchas gracias, Ricardo. Efectivamente, he considerado el trabajo de Esquirol sobre la obsesión por la transparencia. Pero más que un alegato sobre la vuelta al centro y a una vida más privada, he intentado exponer cómo esa transparencia nos domina de tal forma que la hemos introducido en el tejido más profundo de nuestras vidas y, no solamente eso, sino que prácticamente se nos exige ese nivel de exposición para ser miembros reconocidos y reconocibles de nuestra sociedad, de tal manera que es muy difícil resistirse a sus encantos. Espero haber satisfecho tu pregunta. Un saludo.

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      Mohamed El Mouden

      Comentó el 21/05/2021 a las 16:49:24

      Estimada Irene,

      En primer lugar, quiero felicitarle por su valiosa investigación y por sus esfuerzos para acercarnos a algunas de las cuestiones culturales y comunicativas actuales del conocimiento. Tengo una pregunta, hay un reconocimiento del gran papel que ha jugado la tecnología de la comunicación en el campo de la expresión y la comunicación, y en la construcción de identidades, entre otros.
      Pero, en su opinión, ¿se está considerando también la amenaza que representa la tecnología para la propia identidad?
      Muchas gracias y enhorabuena
      Mohamed

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        Irene Ballesteros Alcaín

        Comentó el 21/05/2021 a las 23:52:27

        Estimado Mohamed,
        Muchas gracias por su amable comentario y por su pregunta. Efectivamente, se ha alabado el papel de la tecnología en esos campos, pero yo lo considero un arma de doble filo. Por un lado, sí, permite una serie de ayudas o apoyos en estos aspectos, pero también provoca una serie de complejos trastornos de la personalidad, no solo hablando desde el punto de vista psicosocial sino también desde la propia psiquiatría y psicología clínica. Solo hay que ver las estadísticas de trastornos asociados a la personalidad y cómo han aumentado en estas últimas décadas. Esto es algo que ya expuso Beck en su libro "La sociedad del riesgo", y este mismo autor junto con Giddens, Sennet y Bauman en el libro "Consecuencias perversas de la modernidad". También Lipovetsky lo esbozó en "Los tiempos hipermodernos". Byung Chul Han también habla de ello pero más en un sentido colectivista de la sociedad, algo parecido a lo que trató Gergen en "El yo saturado", y algunos autores más lo están tratando en la actualidad. A fin de cuentas, nadie podía esperar este desarrollo tecnológico tan fuerte y rápido, y cómo este iba a afectar a nuestras vidas. La relativa positividad que se veía a finales de los noventa e incluso en los 2000 se está transformando ahora en una reflexión más pesimista al ver realmente los efectos que está causando, tanto a nivel individual como colectivo. Por eso, creo que en los próximos años se irán desarrollando más investigaciones al respecto.
        Espero haber respondido a su pregunta. De nuevo, muchas gracias por haber visionado la ponencia y haberla encontrado interesante.
        Un saludo,
        Irene

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      Alberto Ruiz Méndez

      Comentó el 20/05/2021 a las 20:20:03

      Hola, muchas gracias por tu presentación (sobre todo por su brevedad y concisión). Según entendí coincides con el análisis de Byung-Chul Han sobre el hecho que de actualmente nos definimos por aquello que exponemos ante los demás y que esto implica un identidad definida por la frivolidad y el hedonismo... ¿cuál es la alternativa Byung-Chul Han propone y cuál sería tu posición respecto de ella? Otra cosa que llama mi atención de ese mismo análisis es la creencia de que previo a esta condición nuestras relaciones eran "pocas y profundas", ¿podemos situar esta condición dentro de un marco histórico específico? Porque más bien me parece una "idealización" de un nebuloso pasado en el cual todos nos agradamos por ser similares y practicar los mismos valores, entiendo lo de "pocas", pero creo el adjetivo "profundas" debe ser matizado pues puede llegar a implicar una imposición de valores a las identidades y, en ese sentido, sea lo que sea la identidad ésta también estaba en riesgo en ese pasado. Gracias por tu atención.

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        Irene Ballesteros Alcaín

        Comentó el 20/05/2021 a las 21:14:36

        Hola, Alberto.
        Realmente, el autor no presenta ninguna alternativa a ello, porque realmente, y en eso coincido con él, no la hay. La única manera de que este efecto se frene sería que llegase una gran crisis que pusiera en jaque nuestras concepciones actuales, porque es algo que está ya totalmente introducido en el tejido de nuestra sociedad, como ha terminado de demostrar la pandemia. Con respecto a tu segunda pregunta, Beck lo explica en su libro "La sociedad del riesgo". Con anteriormente, me refiero a antes de los años 70, (Lyotard lo definió a finales de esa misma década"). No se trata de una idealización, sino más bien de una forma de entender que ahora nuestras relaciones son fugaces, rápidas y, muchas veces, indiferentes. La amistad no se debe, ni debe definir, por practicar los mismos valores, sino por respetar los valores y decisiones del otro. En este sentido, definimos una relación "profunda" como algo que no es pasajero sino que nos termina causando un impacto en nuestra vida, no como la imposición de valores o influencia.
        Espero haber resuelto tu pregunta. Un saludo.

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      Eva Ordóñez Olmedo

      Comentó el 20/05/2021 a las 19:32:28

      Enhorabuena Irene, es una maravillosa reflexión la que abre esta ponencia.

      Me quedo con las palabras de "lo privado es público", y esa crisis de identidad que la sociedad de hoy en día desarrolla de manera muy enfatizada y tristemente muy expandida.
      Normalmente se acusa a los jóvenes, pero, ¿cree usted que es un pensamiento social que incluye a personas con una adultez media (40 a 60 años)?
      Muchas gracias, saludos.

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        Irene Ballesteros Alcaín

        Comentó el 20/05/2021 a las 20:57:57

        Muchísimas gracias, Eva.
        Realmente, lleva razón en lo que dice. Es algo que se está expandiendo ante nuestros ojos sin ni siquiera tener cómo paliarlo.
        Con respecto a su pregunta, dependerá de cada país y su desarrollo de Internet. Tenemos que tener en cuenta que Internet nació como una forma de conexión entre empresas multinacionales y administraciones gubernamentales, dependiendo del país el aspecto "lúdico" llegó en distintos tiempos. A mi entender, aunque puede afectar a personas en la adultez media, considero que afecta sobre todo a los jóvenes y a los individuos en la primera edad adulta (de 35 a 40 años). Puede haber casos independientes, pero para estas personas este boom tecnológico llegó cuando ya habían prácticamente terminado su desarrollo psicológico, mientras que para los más jóvenes, sobre todo los nacidos desde los 90 hasta ahora, han convivido con ese modelo en etapas aún de desarrollo y, algunos, directamente han nacido con ello.
        Muchas gracias por tu pregunta. Un saludo.

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      Alejandro Ladrero Benito

      Comentó el 20/05/2021 a las 19:22:04

      Buenas Irene, gracias por la ponencia y por lanzarte a estos interesantes y complejos retos. Digamos que las redes sociales, tal y como creo que las planteas, producen aquello que Berkeley comentaba, a saber, que el ser es el ser percibido; existir en las redes sería, pues, una tarea donde la otredad es la definitoria de tu existencia. Sin embargo, las redes sociales mantienen, según su propia estructura, canales que favorecen la postulación de imágenes, contenidos y discursos que siguen patrones y cánones de éxito previo (de imitación de otros actores y de presencia escénica). Por tanto, ¿hasta que punto se estabiliza la identidad si estamos antes redes que sugieren y favorecen la aceptación de modelos de éxito o al menos de formas de accionar mayoritarias? ¿Hasta que punto, creo que aquí subyace una cuestión fundamental, la identidad se está ligando a la idea de autenticidad? Como señalas la paradoja es evidente: intentamos ser originales por cauces que, imperativamente, son homogeneizadores ¿pero en realidad la condición de autenticidad es previa (ontológica siendo mas finos ajja) o bien es circunstancial (sociológica)?
      Gracias de nuevo. Un saludo.

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        Irene Ballesteros Alcaín

        Comentó el 20/05/2021 a las 20:44:51

        Hola, Alejandro. Me alegro de que te haya resultado interesante. Muchas gracias por tu pregunta, porque, efectivamente, es una cuestión muy lógica de plantear. Tenemos que tener en cuenta que la aspiración a un ideal es algo que siempre ha existo. Si bien anteriormente esa aspiración era llegar a los cánones de la alta burguesía o la nobleza, por ejemplo las revistas de moda del siglo XIX, hoy quienes lo establecen son los influencers, que además tienen posibilidades ilimitadas de producir contenido instantáneo. Establecen la identidad en el aspecto de que en un mundo y una sociedad en la que las opciones son infinitas y la necesidad de hacer elecciones aumenta, las redes sociales, o más bien los individuos que habitan en ellas, emiten una guía de qué elección hay que tomar en una serie de códigos contrarios y excluyentes. Es decir, es como un faro que guía hacia donde hay que ir, cómo expresarse, cómo relacionarse, etc. Personalmente, yo no considero la identidad como autenticidad, aunque hay disparidad de opiniones en este aspecto. Para mí la identidad es el hecho de tomar consciencia de lo que somos desde la reflexión de nosotros mismos y de nuestro entorno, y no dejarnos guiar de forma inconsciente a conceptos que terminan siendo etiquetas carentes de contenido. La autenticidad, en este caso, provendría de un narcisismo que nos hace querer distinguirnos de la masa de personas que nos rodean, haciéndonos querer ser individuos únicos de formas completamente absurdas, porque queremos buscar esa individualidad a través del colectivismo y la pertenencia al grupo. Con respecto a la cuestión de planteas, para mí la condición de autenticidad es en parte ontológica y sociológica. Tenemos ciertas tendencias que vienen condicionados de oficio, pero luego estas condiciones se acentúan o se aplacan según las características sociológicas que se nos plantean a lo largo de nuestro desarrollo.
        Espero haber respondido satisfactoriamente a tus preguntas.
        De nuevo, gracias. Un saludo.

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      José Carlos Sánchez-López

      Comentó el 20/05/2021 a las 17:58:57

      Hola Irene.
      Enhorabuena por la presentación, me ha parecido muy interesante. Sólo dos preguntas: ¿crees que el hedonismo contemporáneo del que hablas y que está vinculado con la exposición pública de nuestra imagen es propio de nuestra época actual o también se daba anteriormente? Por otro lado, como bien has señalado, la pertenencia a un grupo es algo que ha marcado siempre el desarrollo de la identidad del ser humano, ¿crees que la capacidad técnica actual beneficia la formación de la identidad o la perjudica al tener disponibles tantos outputs?
      Muchas gracias por todo y, de nuevo, enhorabuena por la presentación.
      Un saludo.

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        Irene Ballesteros Alcaín

        Comentó el 20/05/2021 a las 20:15:44

        Hola, José Carlos.
        Me alegro enormemente de que te haya gustado.
        Personalmente, y según lo que he podido investigar a lo largo de estos años, el hedonismo del individuo quizá no es algo que exclusivamente se haya dado en nuestra época actual, pero sí que defiendo que esto es algo que sí se ha generalizado y se ha convertido en un rasgo característico y definitorio de nuestra época. Ya no es algo que se dé en casos aislados, sino que es común a toda nuestra sociedad, en mayor o menor medida, y que se percibe de forma más notable en los adolescentes y jóvenes que nacieron después del boom tecnológico.
        Con respecto a tu segunda pregunta, considero que la capacidad técnica actual no hace más que crear mayor confusión en un mundo ya confuso de por sí. El tener ese gran números de opciones para elegir solo termina creando caos emocional y estructural, porque la identidad entonces se basarían en preceptos abstractos y sin ningún tipo de estabilidad. Cuando formas parte del grupo, el miedo a quedarte fuera de él hace que lo sigas totalmente. Esto también es debido a que la variedad de posibilidades hace que haya muy poco margen de maniobra. En resumen, sí, creas una identidad, pero es una identidad ficticia y débil, constantemente atacada por una serie de variables de las que es casi imposible recomponerse. Además, también provoca la necesidad de tener siempre un referente que sea idéntico a tus cualidades, al perder la capacidad de abstracción de los contenidos de la imagen.
        Muchas gracias a ti, y, de nuevo, me alegro de que te haya parecido tan interesante.
        Un saludo.

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      Noelia Gutiérrez Martín

      Comentó el 19/05/2021 a las 11:20:28

      Buenos días,

      es muy interesante el tema que expone. Quería preguntarla sobre la crisis de identidad que pueden tener las personas dado que en ocasiones la identidad digital que muestran en redes sociales es totalmente diferente a la que mantienen en la vida offline, y si esta como dice puede llevar a un descontento crónico.

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        Irene Ballesteros Alcaín

        Comentó el 20/05/2021 a las 19:51:21

        Buenas tardes, Noelia.
        Efectivamente, la identidad digital es distinta, normalmente, a la online, solo que la online termina devorando aspectos de nuestra vida privada de manera que intentamos continuamente mantener esos cánones que se han establecido de lo que es una vida "correcta". Esto además termina derivando en ocasiones en una ambivalencia en la que el individuo se encuentra constantemente dividido entre dos ideas, estéticas, posiciones políticas, etc., contradictorias. Con esto no quiero decir que el ser humano sea un bloque monolítico, pero es curioso, por ejemplo, cómo vamos adaptando nuestro discurso y apoyando postulados con los que, en principio, no deberíamos estar de acuerdo según ideas expresadas anteriormente, solo para poder seguir permaneciendo en un grupo "online" y conseguir el reconocimiento de completos extraños. El descontento crónico proviene, por tanto, de que es prácticamente imposible seguir esas posiciones de la vida online en la vida offline, porque la vida offline es mucho más compleja y no puedes reducir las intervenciones de otros sujetos en ella con tanta facilidad como en el mundo online. Esto produce una especie de shock, sobre todo para los más jóvenes, porque el mundo que ellos han percibido como real, el de las redes sociales y, en general, internet, luego tiene muchas más variables y no es tan certero al no ajustarse a las realidades simplistas y dicotómicas que pueden plantear las redes sociales.
        Espero haber respondido satisfactoriamente a su pregunta. Si no, por favor, comuníquemelo.
        Un saludo.

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