Introducción
La ampliación del concepto de “capital” más allá de su dimensión económica en los trabajos de Bourdieu y de otros sociólogos y economistas a lo largo del siglo XX ha dado lugar a una multiplicación de nuevas formulaciones de capitales: social, moral, académico, cultural, simbólico, cognitivo, humano, erótico, político, etc. (Hodgson, 2016). Si se entiende en un sentido lato como cualquier tipo de recurso que puede revertir en ventajas sociales y ser intercambiable por otros tipos de capital, resulta indudable que puede hablarse también de un “capital emocional”. Aunque el concepto procede de la década de los 80 (Reay, 2004), quien más ha profundizado en él desde una perspectiva crítica ha sido Eva Illouz (1997, 2008, 2009, 2010) ya en el siglo XXI.
Objetivos
El propósito es analizar el capital emocional desde los mecanismos de exclusión que supone su desigual reparto a nivel social. Siguiendo a Illouz, el “estilo emocional” que hoy resulta más capitalizable dentro y fuera de los espacios laborales se corresponde con una visión “terapéutica” del mundo. La psicología se habría convertido así en uno de los principales núcleos de la globalización cultural, a través de la creación de un “habitus emocional global”, que se corresponde con un sujeto androginizado y vinculado a las nuevas formas de trabajo del “capitalismo conexionista” (Boltanski y Chiapello, 2002).
Discusión y resultados
Como se comprobará, la heterogénea distribución social del capital emocional no solo regula el acceso a trabajos asociados a la clase media y media-alta en el marco de las competencias demandadas en el “biocapitalismo cognitivo” (Fumagalli, 2011), sino que también se traduce en otras ventajas sociales que no se dejan reducir al aspecto más económico. Así se verá, por un lado, que este nuevo habitus emocional permite navegar las condiciones de “incertidumbre emocional” propias de la Modernidad tardía (Illouz, 2020). Y que, por otro, determina la capacidad de consecución de determinados “bienes morales” como la autorrealización (Giddens, 1995), proveídos por el estilo emocional terapéutico de los sujetos más privilegiados.
Bibliografía
Boltanski, L.; Chiapello, E. (2002). El nuevo espíritu del capitalismo. Akal.
Fumagalli, A. (2011). Twenty theses on contemporary capitalism (cognitive biocapitalism). Angelaki Journal of Theoretical Humanities, 16 (3), 1-17.
Giddens, A. (1995). Modernidad e identidad del yo. El yo y la sociedad en la época contemporánea. Península.
Hodgson, G.M. (2014). What is capital? Economists and sociologists have changed its meaning. Should it be changed back? Cambridge Journal of Economics, 38 (5), 1063-1086.
Illouz, E. (2020). El fin del amor. Una sociología negativa de las emociones. Katz.
Illouz, E. (2010). La salvación del alma moderna. Terapia, emociones y cultura de la autoayuda. Katz.
Illouz, E. (2009). The culture of management. Self-interest, empathy and emotional control. En Ziegler, R. (ed.). An introduction to social entrepreneurship. Voices, preconditions, texts. Edward Elgar, 107–132.
Illouz, E. (2008). Emotional capital, therapeutic language and the habitus of «The New Man». En Karafyllis, N. C.; Ulshöfer, G. (eds.). Sexualized brains. Scientific modeling of emotional intelligence from a cultural perspective. MIT Press, 151-177.
Illouz, E. (1997). Who will care for the caretaker´s daughter? Towards a sociology of happiness in the era of reflexive modernity. Theory, Culture and Society, 14 (4), 31-66.
Reay, D. (2004). Gendering Bourdieu´s concepts of capital? Emotional capital, women and social class. The Sociological Review, 69 (2), 57–74.
Palabras clave
Ponencia Online
Documentación de apoyo a la presentación ONLINE de la ponencia
Antonio Alías
Comentó el 21/05/2021 a las 11:08:11
María, enhorabuena por tu trabajo, me ha hecho pensar en muchas cosas. Te pregunto: ¿no es el capital emocional la objetivación última de los procesos de normalización en el que el valor del ser humano se confunde -en el capitalismo neoliberal- con la eficiencia en el trabajo y su exposición -a veces erotización- social ? Muchas gracias.
Responder
María Tocino Rivas
Comentó el 21/05/2021 a las 11:41:22
Muchas gracias por tu pregunta, Antonio. Efectivamente, según Illouz, el capital emocional tiene ese componente de "estandarización" o normalización al que aludes, particularmente en lo que se refiere a las constituciones psicológicas de los sujetos. En concreto se trata de eso que tú mismo dices: de un mecanismo de medición, objetivación y comparación de los sujetos en términos de rendimiento económico, que, como dice la autora, permite adscribirles un valor monetario. Es, sin duda, un paso más en eso que Wendy Brown ha denominado la "economización" de todas las esferas de la vida de los sujetos, en referencia al capitalismo neoliberal.
Espero haberte respondido adecuadamente. Muchas gracias de nuevo y un saludo,
María
Responder
María Tenorio Rodríguez
Comentó el 21/05/2021 a las 08:16:38
Felicidades por la ponencia, me ha parecido muy interesante. Si no he entendido mal, las mujeres han desarrollado el estilo emocional que en la actualidad constituye la forma más clara de capital emocional. Me queda claro que en las relaciones y redes sociales se perciben estos beneficios, pero no me queda claro cómo se perciben los beneficios económicos puede tener. El mercado laboral actual tiene un importante dominio de competencias para la competitividad, el emprendimiento, el individualismo.. etc., que son competencias tradicionalmente más relacionadas a lo masculino, por ello me pregunto dónde se ven los beneficios económicos en este estilo tradicionalmente femenino. Muchas gracias.
Responder
María Tocino Rivas
Comentó el 21/05/2021 a las 11:12:00
Muchas gracias por su pregunta. Efectivamente, de acuerdo con Illouz y otras/os autoras/es el estilo emocional tradicionalmente asociado a las mujeres constituye hoy un recurso capitalizable, también en términos económicos. En concreto, Illouz diría que ese estilo emocional feminizado vuelve a los sujetos más empleables y/o que facilita su promoción dentro del mercado laboral. Creo que la clave de la respuesta a su pregunta se halla en la progresiva cognitivización e inmaterialización del trabajo en el posfordismo, que demanda crecientemente estas habilidades que favorecen las relaciones interpersonales (de ahí la alusión de Illouz al "capitalismo conexionista" de Boltanski y Chiapello). Por ponerle un ejemplo concreto, piense en estos discursos empresariales en los que se enfatiza el "cuidado" de los empleados o la promoción del buen ambiente en el entorno laboral, aspectos se asocian a una mayor productividad (y a una menor conflictividad en el trabajo).
No obstante, creo que su pregunta tiene una buena razón de ser y le diría que esta feminización (especialmente en lo relativa a lo emocional) puede convivir con las competencias masculinizadas que han dominado tradicionalmente en los espacios laborales, si bien se puede hablar de un cierto cambio de paradigma con esta incorporación de lo feminizado a estos espacios. Un texto que trata esto profundamente es el de C. Morini que cito en la ponencia: Por amor o a la fuerza. Feminización del trabajo y biopolítica del cuerpo (Traficantes de Sueños, 2014).
Responder
María Tocino Rivas
Comentó el 21/05/2021 a las 11:13:04
Espero haberle respondido y aclarado convenientemente sus dudas.
Un saludo,
María
Responder