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“Para que quedase memoria de él”. Identidad, desigualdad y estrategias familiares en la preservación de una casa nobiliaria: la casa de Guadalcázar, siglos XVIII y XIX

Esta expresión, registrada en 1852 en el testamento de don Isidro Alfonso de Sousa, aludiendo a la torre palacio de la villa de Guadalcázar, expresa muy bien los “intereses privados” en los que se imbricaban las herencias materiales y simbólicas de las casas nobiliarias castellanas. Su casa preservó y acrecentó esos intereses a través de cuidadas estrategias familiares.

La primogenitura constituía el elemento primordial y decisivo para la conservación del linaje nobiliario. Se percibe desde la constitución de la propiedad vinculada y especialmente desde el punto de vista económico, como el pilar fundamental para evitar la desmembración de los patrimonios.

Por otro lado, el derecho nobiliario viene a distinguir entre los títulos, considerados como una “dignidad honoraria”, y los mayorazgos, el “patrimonio vinculado”, aunque en numerosas ocasiones ambos tengan una conexión directa, especialmente en la sucesión por extinción de líneas, pues en el patrimonio material, heredado y transmitido a través de las líneas familiares, la figura del mayorazgo “daba prestigio, seguridad y estabilidad económica” (Casey, 1997).

La participación de la nobleza en la Reconquista de Córdoba y su campiña, el posterior reparto territorial, incrementado con compras, usurpaciones, alianzas o nuevas donaciones reales, así como su posicionamiento en las guerras civiles castellanas, puso las bases para la construcción de grandes patrimonios territoriales. El caso más conocido es el de los Fernández de Córdoba.

Consolidado el concepto de linaje en la segunda mitad del XIV hasta mediados del XVI, aludiendo a un progenitor con prestigio, así como gracias a la adopción del agnatismo en la nobleza castellana, se crean los signos diferenciadores de la posición que ocupa cada miembro. Así, “honor y riqueza, patrimonio y dinastía parecen ser las dos caras de la misma moneda. El estudio de la nobleza como clase social conlleva naturalmente la investigación de las formas de su memoria dinástica” (Ibídem).

Es así cómo, a través de la casa de Guadalcázar, bajo los parámetros de la primogenitura y la vinculación, deja fuera al resto de miembros de la extensa familia. Pero estos “desheredados” dependían del futuro que le facilitaba la propia casa, bien manteniéndolos, bien dándoles un destino acorde con la posición social: matrimonios nobiliarios, milicia, hábitos, etc. Expulsados de la trasmisión, contribuían a conservar la riqueza y el patrimonio familiar.

Esta situación no obsta para que en determinados momentos críticos sean exhortados a retornar a la casa, de manera que estos segundones (mujeres y hombres) se verán “movilizados” desde sus destinos y tomarán un protagonismo no esperado. Así el modelo microsocial para el análisis de la familia por el que optamos en este trabajo, nos permite descifrar algunas de estas estrategias seguidas por las casas nobiliarias, como la de Guadalcázar, así como sus actitudes y comportamientos dentro del marco familiar, indispensable para conocer el papel que estos individuos tuvieron para la preservación de esa “memoria” de la casa.

Palabras clave

Aristocracia derechos Y Privilegios Familia Historia Historia Social

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Hay 9 comentarios en esta ponencia

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      Sandra Olivero Guidobono

      Comentó el 21/05/2021 a las 17:35:49

      Gracias por tu trabajo Auxiliadora, un arduo aporte prosopográfico con un análisis social sobre la familia extensa moderna. Es importante, como tú lo haces, visualizar la exclusión o "desigualdades" entre los miembros de élite de una familia de linaje. En función del género, ¿en qué medida las mujeres de esta familias fueron incorporadas o incluidas a ciertos ámbitos, productos de estrategias familiares, dado su enorme valor en el mercado matrimonial?. Gracias.

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        María Auxiliadora Guisado Domínguez

        Comentó el 22/05/2021 a las 00:39:34

        Muchas gracias por tu apreciación, Sandra.

        La reconstrucción de todas las genealogías por las que los Alfonso de Sousa logran acumular cuatro marquesados y dos condados a finales del XVIII, así como 24 mayorazgos han permitido descubrir cómo son las esposas de los Alfonso de Sousa en tiempos precedentes las que permitieron reclamar estos derechos sucesorios, en títulos y linajes. Así fue en el marquesado de Guadalcázar, toponímico de la casa.

        En el siglo XVIII se sigue también una estudiada política matrimonial, realizándose en 2 ocasiones matrimonios muy estudiados. El segundo significará el matrimonio entre la hija del marqués y su tío carnal. Este siendo segundón, deberá ocupar la titularidad por la incapacidad de los hijos del marqués, y ella, además de ser sacada del convento "para seguir el siglo" (como se decía en los documentos), deberá adquirir el protagonismo de la casa. Primero, tras quedar viuda y ser su hijo menor de edad: acordará el matrimonio de este con la conocida Doctora de Alcalá; más tarde por el encarcelamiento dictado contra él por Carlos IV; y finalmente por el fallecimiento de su hijo y su nieto en Madrid en apenas 1 año de diferencia entre 1810 y 1810, participando en la Guardia cívica de José Bonaparte.

        En otros casos, se les "aparta del siglo", y quedan recluidas en el convento, con monjas familiares directas; o bien, se les solicita que renuncien a la legítima que pueda corresponderle, por el bien de la casa, debido a las numerosas deudas que acumula esta en la primera mitad del siglo XVIII. Esto se puede realizar además siempre y cuando el casamiento de ellas se hubiese acordado con una familia que pudiera responder económicamente a esta renuncia.

        En este sentido, el análisis de cada trayectoria familiar, el modelo microsocial al que alude, es imprescindible para detectar estos comportamientos.

        Saludos cordiales.

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      María Auxiliadora Guisado Domínguez

      Comentó el 20/05/2021 a las 14:55:13

      Muchas gracias por los comentarios .
      El concepto de casa nobiliaria viene a reunir una residencia, pero también toda una red de individuos que tienen vínculos en común: un linaje en torno a un antepasado, un apellido en común, pero también escudos, armas, títulos o dignidades. La casa de Guadalcázar fue fundada bajo el extenso linaje de los Fernández de Córdoba. El acceso de los Alfonso de Sousa en 1730 significó para ellos “sacrificar” su denominación de “casa de Sousa” (como así figura en los tratados genealógicos para sus antepasados), por otra casa de mayor prestigio. A partir de entonces “casa de Guadalcázar” y linaje y apellido “Alfonso de Sousa” irán inextricablemente unidos, y así se reconocerán y mantendrán hasta la extinción biológica a finales del XIX. En el siglo XVIII utilizarán además todas las estrategias posibles que tenían en su mano, bien legales (primogenitura y mayorazgo, reclamación de títulos y patrimonio por extinción de otras casas y linajes), bien personales (matrimonios, inclusiones y exclusiones en torno al devenir de la familia extensa). Esto fue posible mientras que mantenían los privilegios, basados en la primogenitura en torno al título nobiliario, y el mayorazgo como herencia material.
      A pesar de todos estos esfuerzos, la trayectoria de la familia a finales del XIX se mostró más determinante que la pérdida de los privilegios impuesta por la normativa legal decimonónica (desvinculación de vínculos y mayorazgos). Además de la reducción de la amplitud de la familia, la extinción de la línea sucesoria directa y la dispersión entre líneas colaterales significó el fin de la identidad casa de Guadalcázar con el linaje y apellido Alfonso de Sousa, y su referencia a las propiedades cordobesas, en especial al señorío que le daba nombre. Previendo dicha pérdida de identidad, don Isidro se ve en la obligación de dejar como símbolo la torre del palacio de la villa de Guadalcázar, “para que quedase esa memoria” de su casa, su linaje, su apellido, pero también del privilegio señorial, de la riqueza y el poder que llegó a alcanzar esta casa en los siglos XVIII y XIX.
      Saludos.

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      Rodrigo Pousa Dieguez

      Comentó el 20/05/2021 a las 13:24:52

      Estimada dra. Guisado Domínguez.
      Felicitaciones por su riguroso trabajo, pues desde mi pobre experiencia en el estudio prosopográfico de algunos regidores locales es un trabajo arduo, cualitativo, que requiere el trabajo y pesquisa de documentación dispersa, diversa, de análisis perspicaz y de difícil estructuración de los resultados. Le felicito también por hacer su exposición asequible a los no expertos en el ámbito. Mi consulta procede de mi escasa experiencia, pues en una de las villas objeto de mi tesis observé que el apadrinamiento de niños era una fuente de redes no sanguíneas para las oligarquías y de información para su conocimiento, cosa que no se observaba en la otra, con un regimiento con nobles de mayor porte. Quería preguntarle si en su estudio de esta familia de otro ámbito territorial y de mucho más rango, ha observado el empleo de mecanismo idénticos o similares y con qué grupos sociales se establecían, si se restringían al ámbito noble o también a individuos de estratos sociales inferiores.
      Muchas gracias. Y un cordial saludo.

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        María Auxiliadora Guisado Domínguez

        Comentó el 20/05/2021 a las 16:35:01

        Estimado Rodrigo:

        Muchas gracias por las palabras sobre el trabajo. Interesante el tema del apadrinamiento de niños, pues, además de la familia extensa, son otro tipo de vínculos artificiales que merecen objeto de estudio. En la documentación consultada no he encontrado estas pautas en la nobleza; en tal caso, la adopción de huérfanos pobres para entrar al servicio de la casa, y con los que se crea un vínculo especial que se verá plasmado en el testamento del primer titular, Juan Alfonso de Sousa, en la primera mitad del siglo XVIII.
        El ámbito de estudio de la casa no se circunscribe solo a línea familiar; por suerte he podido contar con una genealogía paralela de administradores, que acompañan todo el trayecto temporal objeto de estudio. Aquí, en cambio, sí hay cierta práctica a atender a sobrinos (e incorporarlos a la actividad administrativa de la casa); en las 5-6 generaciones que se abarca, son 2 administradores los que acogen a sobrinos y los incorporan a la labor.

        También le comento que, aunque se trata de una casa nobiliaria, el trabajo de campo se ha realizado sin archivo familiar; han sido fuentes locales y nacionales, rescatando protocolos y otros documentos en diversos archivos con lo que se ha podido realizar la investigación. en cierta medida, también ha tenido ese componente de reconstrucción como la suya. Además de la familia nobiliaria y la de los administradores, esto también nos ha permitido hacer alguna incursión en familias de labradores que arrendaban tierras de labranza a la casa, logrando también plantear relaciones estables en el tiempo entre los 3 grupos en torno a la gestión y explotación de la tierra.
        Muchas gracias.
        Saludos cordiales.

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      Maria Leonor García Da Cruz

      Comentó el 19/05/2021 a las 13:44:19

      Prezada Maria Auxiliadora
      Envio-lhe felicitações pela clareza e dinâmica da sua exposição, muito interessante.
      Pergunto-lhe se ao património do morgado se juntaram alguma vez bens e rendimentos ultramarinos decorrentes do exercício de algum cargo em região colonial.
      Muito cordialmente
      Mara Leonor García da Cruz
      Faculdade de Letras da Universidade de Lisboa
      ml.garciacruz@gmail.com

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        María Auxiliadora Guisado Domínguez

        Comentó el 20/05/2021 a las 11:58:55

        Prezada Maria Leonor:
        Muito obrigado por seus comentários.
        Passo para responder sua pergunta em espanhol
        La casa de Guadalcázar recae en los Alfonso de Sousa tras un litigio que se inicia en 1653 y finaliza favorablemente para estos en 1730. Sus anteriores titulares, del amplio linaje cordobés de los Fernández de Córdoba habían ocupado cargos en América, en concreto el primer titular del marquesado, don Diego Fernández de Córdoba, que fuevVirrey de Nueva España y del Perú, y presidente de las Reales Audiencias. Finalizó su misión y regresó a España, asentándose en Guadalcázar, donde falleció.
        Se puede intuir que no, ya que ninguno de sus descendientes siguió sus pasos en América. En 1730 el patrimonio que reciben los Alfonso de Sousa es netamente español, y la escasa documentación consultada y la bibliografía utilizada para fechas anteriores (ya que la investigación se centra en los siglos XVIII y XIX), no aportan referencia a alguna propiedad colonial.
        Reciba cordial saludo,
        María Auxiliadora Guisado Domínguez
        Universidad de Córdoba
        aguisado@uco.es

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      Miguel Jesús López Serrano

      Comentó el 19/05/2021 a las 13:34:18

      Estimada Dra. Guisado:
      Permítame expresarle mi enhorabuena por su excelente trabajo; a todas luces está mostrando con su intervención una pincelada de lo que se comprueba como una gran investigación fundamentada con bases documentales muy sólidas y una metodología apropiada para la resolución de los procesos históricos que plantea. La identidad, sin duda, y como bien demuestra se trata de una de las bases principales para conservación y difusión del patrimonio nobiliario. A lo largo de los siglos, la casa de Guadalcazar, aglutinó a diversas familias para conservar y engrandecer el patrimonio material e inmaterial, mi duda surge en ¿cómo se salvaguarda esa identidad propia?
      Muchas gracias.

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        María Auxiliadora Guisado Domínguez

        Comentó el 20/05/2021 a las 15:39:41

        Muchas gracias por los comentarios .
        El concepto de casa nobiliaria viene a reunir una residencia, pero también toda una red de individuos que tienen vínculos en común: un linaje en torno a un antepasado, un apellido en común, pero también escudos, armas, títulos o dignidades. La casa de Guadalcázar fue fundada bajo el extenso linaje de los Fernández de Córdoba. El acceso de los Alfonso de Sousa en 1730 significó para ellos “sacrificar” su denominación de “casa de Sousa” (como así figura en los tratados genealógicos para sus antepasados), por otra casa de mayor prestigio. A partir de entonces “casa de Guadalcázar” y linaje y apellido “Alfonso de Sousa” irán inextricablemente unidos, y así se reconocerán y mantendrán hasta la extinción biológica a finales del XIX. En el siglo XVIII utilizarán además todas las estrategias posibles que tenían en su mano, bien legales (primogenitura y mayorazgo, reclamación de títulos y patrimonio por extinción de otras casas y linajes), bien personales (matrimonios, inclusiones y exclusiones en torno al devenir de la familia extensa). Esto fue posible mientras que mantenían los privilegios, basados en la primogenitura en torno al título nobiliario, y el mayorazgo como herencia material.
        A pesar de todos estos esfuerzos, la trayectoria de la familia a finales del XIX se mostró más determinante que la pérdida de los privilegios impuesta por la normativa legal decimonónica (desvinculación de vínculos y mayorazgos). Además de la reducción de la amplitud de la familia, la extinción de la línea sucesoria directa y la dispersión entre líneas colaterales significó el fin de la identidad casa de Guadalcázar con el linaje y apellido Alfonso de Sousa, y su referencia a las propiedades cordobesas, en especial al señorío que le daba nombre. Previendo dicha pérdida de identidad, don Isidro se ve en la obligación de dejar como símbolo la torre del palacio de la villa de Guadalcázar, “para que quedase esa memoria” de su casa, su linaje, su apellido, pero también del privilegio señorial, de la riqueza y el poder que llegó a alcanzar esta casa en los siglos XVIII y XIX.
        Saludos.

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