Autores: Unai Vázquez Puente y Luis Miguel Uharte Pozas.
Resumen:
El Estado y sus instituciones de gobierno llevan décadas intentando enfrentar la desigualdad social y promover la inclusión social a través de diferentes modelos de gestión de los asuntos públicos. En este tránsito, el concepto de gobernabilidad en una primera etapa y, posteriormente, la idea de gobernanza han ocupado una notable centralidad como ideas-fuerza para construir modelos de gestión gubernamental que aspiraban a incluir a los sectores excluidos y a promover la participación de estos en la gestión de las políticas públicas. Sin embargo, el balance histórico de estos modelos, a día de hoy, indica que los logros son bastante limitados, por lo que resulta necesario reinventar los modelos de gestión pública para mejorar los resultados de inclusión social.
El presente trabajo pretende realizar una revisión crítica de los citados modelos de gestión y sobre todo, abogar por un nuevo modelo que está germinando y que se nutre, en gran medida, de propuestas teóricas y empíricas que se están desarrollando en América Latina. Este modelo de gestión compartida de las políticas públicas se inspira en una nueva idea-fuerza: el co-gobierno.
En cuanto a la estructura del texto, en una primera parte, realizamos un recorrido por los conceptos históricos que han dominado la gestión pública. Se analiza, de manera crítica, las limitaciones que tanto el concepto de gobernabilidad como el de gobernanza han tenido a lo largo de su desarrollo y se identifican los agentes de la sociedad civil que han interactuado de forma prioritaria con las estructuras de gobierno.
En la segunda parte, se aborda el concepto de co-gobierno como alternativa a los modelos clásicos de gestión. Se destaca la centralidad que deben adquirir los movimientos sociales y populares como actores colectivos de la sociedad civil que pretenden defender los intereses de los sectores subalternos y excluidos. Se reflexiona en torno a la potencialidad que tiene la gestión compartida de políticas públicas como vía para enfrentar las desigualdades, como herramienta para fomentar la inclusión y el empoderamiento de las clases populares y como propuesta para construir colectivamente un nuevo tipo de institucionalidad.
Finalmente, se identifican una serie de experiencias concretas que están en marcha en diferentes lugares de América Latina y que se consideran referentes en términos de co-gobernación, por la apuesta que formalmente se ha hecho para que diferentes movimientos populares de la región sean agentes de primera línea en la gestión conjunta con algunos gobiernos.
Palabras clave
Ponencia Online
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Adrián Moreira Castro
Comentó el 21/05/2021 a las 21:05:31
Buenas tardes,
me gustaría transmitirles una calurosa felicitación, considero realmente interesante su trabajo.
La co-gobernanza involucra actores con gran disparidad de capacidad de influencia. En ciertos contextos, aparece la figura del cacique como elemento intermediario no reconocido. ¿Cuál creen que es el peso o la importancia que podría tener la figura del cacique como elemento reaccionario frente agrupaciones organizadas populares?
Un cordial saludo
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Unai Vázquez Puente
Comentó el 21/05/2021 a las 23:35:41
Estimado Adrián, gracias por tu aportación.
Bueno, en primer lugar habría que ver cual es la interpretación que hacemos del Cacique (es lo malo de la virtualidad en los congresos, que no se pueden solventar dudas al momento).
Si nos referimos al Cacique como figura legitima reconocida y legitimada por una comunidad de algún pueblo originario, creo que es una buena representación de co-gobernanza, aunque siempre estará la cuestión del poder de influencia que cuente en esa co-gobernanza, es decir, si su capacidad de hegemonía está al mismo nivel que el resto de actores.
En el caso de Cacique desde una visión de poder más coercitivo, o auto-asignado por su capacidad de influencia (económica, posesiones...) está claro que no es la mejor representación. Pero también claro está que es la figura que buscan los estilos de gobernanza "clásica"; de carácter neoliberal, pues legitima y da aspecto democrático, de horizontalidad, de reparto de poder en la toma de decisiones, sin que sea la comunidad afectada quien decide de forma directa.
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Rafael Alvear
Comentó el 21/05/2021 a las 10:23:39
Estimados Unai y Luis Miguel,
Gracias por la interesante presentación. En Chile, vuestro tema tiene más relevancia que nunca dado el proceso constituyente que vivimos, donde los movimientos sociales han obligado a la clase política a abrir las puertas para participar en la redacción de la próxima Constitución. El problema es que si bien los movimientos sociales dotan de legitimidad a la institucionalidad política, estos suelen aparecer en momentos críticos del debate público para luego terminar desapareciendo paulatinamente con el tiempo. Entonces, ¿cómo poder institucionalizar la participación de dichos movimientos sin correr peligro de rutinizar y hasta cooptar su rol? ¿Cómo "co-gobernar" sin dejarse "seducir" por el sistema establecido?
Saludos
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Unai Vázquez Puente
Comentó el 21/05/2021 a las 23:25:30
Saludos Rafael.
Gran pregunta, la pregunta del millón podríamos decir.
Es el gran debate, como no dejarse, no solo seducir, sino mantener la agenda propia de los movimientos, prioridades y tiempos. Generalmente los ritmos de los gobiernos son a corto plazo y buscan cambios coyuntuales, mientras que los de los movimientos son más medio-largo plazo y son estructurales.
La respuesta sencilla es: Manteniendo la autonomía. Ahora, es obvio que esto no es fácil. El caso que yo más he estudiado el es del Consejo de Movimientos Sociales del ALBA, impulsado principalmente por Chávez en el Foros Social Mundial de 2006 en Caracas. Fue creado de "arriba" hacia "abajo", y en un momento dado los movimientos que ahí participaban decidieron crear una estructura "independiente" que le permitiese asegurar su autonomía, impulsar el proyecto de integración regional desde abajo, crear hegemonía junto con los gobiernos progresistas, pero con "las manos libres" para aportar de forma crítica cuando así lo considerasen y con los ritmos propios de los movimientos y no de los gobiernos. Hablo del Alba Movimentos. Podemos profundizar sobre el tema cuando quieras.
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Irene María López García
Comentó el 21/05/2021 a las 09:28:20
Estimados Unai y Luis Miguel, me sumo a la felicitación por vuestro trabajo. Estoy interesada en conocer vuestra valoración sobre cuál o cuáles consideráis que son las principales debilidades a la co-gobernación negociada sobre la cuestión social. Si estimáis que se generan redes clientelares en torno a la distribución del bienestar, si el desequilibrio de poder entre estado-movimientos sociales es manifiesto y debilitante, si hay dependencia económica o financiera de los movimientos sociales, o cualquier otra, que suponga una límite a su implantación y progreso.
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Unai Vázquez Puente
Comentó el 21/05/2021 a las 23:54:42
Estimada Irene, gracias por tú pregunta.
En realidad, más que una pregunta, es una gran aportación, pues es en los aspectos que destacas en los que se dan las dificultades.
Aún así, no es una respuesta fácil, pues hay muchos modelos posibles y ejemplos de co-gobernación. Centrándonos en nuestro estudio, que es la co-gobernación entendida como la plantea Isabel Rauber, como la forma de gobierno donde los movimientos sociales tienen un papel protagónico directo, diría que solo de da en dos casos: Bolivia y el ALBA-TCP.
En los dos casos la clave es la independencia de los actores (como le comentaba a Rafael), en estos casos, los movimientos son independientes política y económicamente. Esto tampoco quiere decir que sea lo ideal, sobre todo en lo económico, porque eso reduce la capacidad de influencia de los movimientos sociales. Por ejemplo en el caso de Argentina, y en el del Mercosur (y las cumbres sociales) si es más clara la "cooptación". Por simplificar, hay dos modelos, el de si no me creas contradicciones (gobierno) dispones de plata para impulsar tus proyectos de inclusión social en tu comunidad, terriotorio, etc.
Y el otro modelo en el que la co-gobernanza es más efectiva, y se da de forma más negociada. Diría que con sus más y con sus menos, las misiones grannacionales de salud y educación del ALBA-TCP son un buen ejemplo. Los gobiernos que crean la organización internacional tienen los recursos económicos para impulsar los proyectos (sobre todo alfabetización y misiones de salud, especialmente oftalmológica) y además los implementan no solo en sus países y para su población, sino abiertos a todo América Latina. Aquí, el papel de los movimientos sociales es imprescindible, pues son ellos quienes tienen presencia en el territorio, allí donde se quieren implementar los proyectos de bienestar, por lo tanto es más complicado que se den redes clientelares, un actor se necesita al otro. Esto pone en una situación de fuerza al movimiento social, de negociación para otros ámbitos donde su capacidad hegemónica no sea la misma.
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Enrique Conejero Paz
Comentó el 20/05/2021 a las 10:08:48
Enhorabuena por vuestra ponencia Unai y Luis. Un factor que podría potenciar el co-gobierno y fomentar la participación efectiva es el uso de las tecnologías de la información y de la comunicación. ¿Creéis que las mismas han cumplido las promesas iniciales sobre rellenar el gap de la participación? Gracias
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Unai Vázquez Puente
Comentó el 20/05/2021 a las 10:51:01
Estimado Enrique, gracias por tu aportación.
En realidad en el tema de la Gobernanza, el tema de las TIC ha sido muy trabajado, por ser una forma relativamente sencilla o simplificada de participación. Es innegable que las mismas han abierto camino en el sentido de la democratización de la participación, pero no así en el equilibrio de poder. Al fin y al cabo, la participación mediante las nuevas tecnologías permite recabar opiniones, pero no incide tanto en la toma de decisiones, con las excepción de pequeñas consultas, sobre decisiones previamente establecidas. En definitiva, si bien puede ser una herramienta interesante, no deja de ser una herramienta, estando la clave en los objetivos para los que se utiliza. Por otro lado, no podemos perder de vista el hecho de que no todo el mundo tiene el mismo acceso a las TIC, ni la misma cultura informática. En el caso de los movimientos sociales, cuando se plantea el uso de las TIC en los procesos de Gobernanza abierta, se da un sesgo con una mayor participación de ONG-s, con trabajadores asalariados, cultura urbana, ben acceso a internet... que por ejemplo movimientos campesinos. Una co-gobernanza efectiva tiene que tener en cuenta todos estos aspectos, y construir las herramientas necesarias para la participación efectiva, democrática y sin roles de poder, consensuadas entre todos los actores. Esto, en ocasiones hará decantarse por el uso de las TIC, y en otros casos descartarlas totalmente para priorizar, por ejemplo, asambleas, coordinadoras o cualesquiera formas adecuadas para una integración real.
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