El diálogo como herramienta en el aula para la construcción de identidad y ciudadanía en la adolescencia: un modelo aplicado a la educación sexual integral

La conversación pública sobre temas de sexualidad se ha expandido a las aulas adolescentes, generando micro escenarios públicos caracterizados por posturas contrapuestas, tendencia a la polarización ideológica y afectiva, identificación con  algún grupo identitario activista. Esto incentiva que docentes y directivos/as eviten dialogar sobre temáticas que puedan generar polémica o producir confrontación de opiniones, reduciendo la educación sexual a orientaciones generales, que no consiguen llegar al fondo de los cuestionamientos individuales y sociales. De esta manera, la educación sexual integral, que ha sido tradicionalmente escasa, se encontró con un nuevo obstáculo: el temor frente al conflicto o la polémica, y la percepción de que no se tienen las herramientas necesarias para dialogar constructivamente en el ámbito escolar.

La educación difiere de la dinámica de conversación pública, ya que en las escuelas no se trata solamente de expresar la opinión, sino esencialmente se busca aprender, socializar, desarrollar pensamiento crítico, asumir valores, y transformar los estilos de vida, orientándolos cada vez más hacia la salud integral. Sin embargo, la amenaza de la  irrupción en  las aulas de los debates públicos, se convierte en una oportunidad si logramos convertirla en un disparador de aprendizaje motivado.

A partir de este escenario, planteamos un modelo de trabajo que permitiera, a través del diálogo, un doble efecto: por un lado, el desarrollo de la propia identidad y criterios y, por el otro, la construcción de una ciudadanía positiva.

Los objetivos de los debates se resumieron en nueve: aprender a dialogar y a convivir; tomar conciencia de las propias posturas; adquirir pensamiento crítico; desarrollar una escucha atenta e inteligente; procurar un disenso amistoso; madurar nuestras ideas y posiciones; aprender colaborando con los demás; adquirir hábitos saludables; fortalecer el compromiso comunitario para el bien común, construyendo culturas de paz, igualdad y convivencia solidaria.

Se propuso una modalidad de cinco pasos para el desarrollo de las clases: (1) brindar información científica, (2) promover el pensamiento crítico, (3) identificar valores involucrados en ese estilo de vida o temática, (4) reflexionar sobre qué valores se eligen para la propia vida, (5) poner en práctica actitudes concretas que lleven a una vida más saludable, procurando así que la educación sexual sea transformativa y sea capaz de desarrollar hábitos positivos y saludables.

Se discuten las implicancias de los nuevos desafíos, que ponen de manifiesto que se precisan nuevas competencias docentes: dialogar sobre temas sensibles y complejos, desarrollar la tarea en ambientes plurales, comprender las distintas biografías que forman parte de las aulas, atender la diversidad, entre muchas otras.

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